Trabajar con la mente es definitivo para lograr introducir en la vida nuevos hábitos alimentarios.
Cortesía / El Tiempo
Miguel Bettin, Ph. D. en psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid y director de FundaCreSer –fundación que trata a personas con trastornos alimentarios–, explica que la mente es fundamental para crear nuevos hábitos, porque estos son el resultado de construcciones mentales que se reflejan en el comportamiento.
Parte de este proceso empieza por reconocer que hay un problema que requiere solución y estar totalmente convencido de la necesidad de hacerlo. Para esto es importante la motivación. El circuito de la motivación está en el cerebro, así como los procesos mentales, y para activarlo puede ser útil contar con pensamientos positivos,como, por ejemplo, imaginar los logros que se van a obtener, verse en un futuro más sano, más delgado, con ropa nueva, más liviano para moverse o con el azúcar y la tensión arterial en su punto.
Son tan importantes esta convicción y esta motivación iniciales que Diana Milena Rojas, nutricionista egresada de la Pontificia Universidad Javeriana y directora de Nutrifyt, explica que aquellas personas que llegan a su consultorio, obligadas a seguir una dieta y no por decisión propia, generalmente no logran cambiar su forma de alimentarse.
Es importante señalar –afirma Rodrigo Córdoba, jefe del Departamento de Siquiatría de la Universidad del Rosario– que existen personas que por más que quieran no pueden motivarse, y para ellas una ayuda profesional de un siquiatra o un psicólogo puede ser bienvenida.
El especialista agrega que para mantenerse motivado se usan los reforzadores positivos que le ayudan a la mente, como, por ejemplo, encontrar elementos que signifiquen que sí hay un avance en el proceso, reconocerse a sí mismo los logros y tener como perspectiva mirar más el vaso medio lleno en lugar del vaso medio vacío.
Para eso es necesario repetirlas y mantenerlas en el tiempo. Como sostiene Bettin, en este proceso es necesario sumar horas de vuelo.
Rojas afirma que en este recorrido es importante hablarle a la mente en positivo, dato que aprendió en su entrenamiento como coach nutricional. Explica que varios estudios sostienen que cuando se usa la palabra ‘dieta’, muchas personas se vuelven muy ansiosas, y cuando la terminan comen el doble y recuperan más peso del que han perdido.
Por eso, en sus consultas ella procura disminuir al máximo la palabra ‘no’ y presentar alternativas. Por ejemplo, si alguien ama el chocolate, ella plantea la opción de comerlo solo algunos días de la semana y en una alta concentración de cacao.
En consecuencia, la persona no solo come más, sino que, por lo general, busca alimentos poco nutritivos como el azúcar y los carbohidratos, porque ambos generan en el cerebro una sensación de bienestar momentánea, pero, como esta pasa rápido, la persona vuelve y busca más alimentos como estos y come cada vez más.
Por eso, si aparece la ansiedad hay que acudir a los especialistas para aprender a manejarla.