Cuando estamos sometidos a una situación muy estresante, por ejemplo la muerte de un ser querido, nuestro sistema inmunológico se debilita y disminuyen nuestras defensas por lo que es más fácil que seamos más propensos a padecer gripes, catarros, enfermedades infecciosas, etc. Asimismo, nuestro sistema cardiovascular se encuentra afectado por un aumento de la presión arterial, lo que puede traducirse en que incrementemos nuestro riesgo de padecer una dolencia coronaria. Igualmente, a causa de nuestros problemas emocionales, nuestro sistema gastrointestinal va a segregar más ácidos gástricos, lo que es probable que derive en problemas digestivos que, pueden terminar en reflujo, gastritis, úlcera, etc.
Por otra parte, las emociones también están íntimamente relacionadas con nuestro estilo de vida. Continuando con el ejemplo anterior, cuando estamos inmersos en una situación en la que nos sentimos muy estresados (un divorcio, un despido, etc.) es muy frecuente que incurramos en hábitos no saludables. Por ejemplo, el nerviosismo nos puede llevar a fumar más cigarrillos, darnos atracones de comida o consumir más bebidas alcohólicas para calmar la ansiedad, dejar de hacer ejercicio físico con regularidad porque no tenemos ganas, tomar más tazas de café de lo que es aconsejable, etc. Estos malos hábitos, junto con otros factores que acompañan al estrés como el insomnio y una alimentación desequilibrada, terminan también por hacer mella en nuestra salud física.
Salud emocional y resiliencia
La salud emocional tiene que ver con la capacidad de la persona para sobreponerse a las adversidades desestabilizadoras de la vida y para resistir a las presiones cotidianas. Según han constatado diversos estudios psicológicos, no son tanto los acontecimientos negativos en sí mismos los que nos producen trastornos psicológicos como nuestra manera de asumir y afrontar los problemas. No es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa lo que marca la diferencia. Así, personas que han sufrido acontecimientos estresantes similares reaccionan de manera muy distinta. Mientras unas personas se sienten dominadas por las emociones negativas, otras logran controlarlas e, incluso en las situaciones adversas, consiguen salir reforzadas, con más confianza en sí mismas.