Laboratorio Soluna

Hay de la Cereza

Lo primero que hay que desterrar de las  cerezas es el mito de que engordan. 

Las cerezas contienen beta-caroteno, vitamina C y, sobre todo, ácido fólico, además de minerales como potasio y pequeñas dosis de magnesio, fósforo y hierro. También aportan fibra y una muy alta concentración de antioxidantes. Entre ellos sobresalen las antocianinas y la quercetina, que son flavonoides, así como compuestos fenólicos.

Estos datos, confirmados en una revisión sobre las cerezas y la salud llevada a cabo por el Departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Arizona (Tucson), permiten afirmar que las cerezas son una fuente incuestionable de salud, en especial para las dolencias y achaques que aparecen a partir de los 40 años.

El consumo de estas frutas es beneficioso en casos de artritis y mejora las condiciones inflamatorias.

En un estudio transversal realizado en la Universidad de Boston se observó la relación entre la ingesta de cerezas y el riesgo de ataques recurrentes de gota. Los resultados mostraron que el consumo de estas frutas disminuía en un 35% el riesgo de ataques.

Por otra parte, las personas con diabetes encuentran en la cereza fresca (no en la confitada) antocianinas antioxidantes (colorantes naturales que proporcionan los pigmentos en frutas).

Estas son aliadas del páncreas, lo que las convierte en un motor para disminuir los niveles de triglicéridos, el colesterol, el azúcar y la insulina en sangre. También son buenas para combatir el síndrome metabólico tan ligado a la salud cardiovascular, pues su composición ayuda a regular la grasa y la glucosa y controlar la presión arterial.

Las cerezas tienen una gran riqueza de fibra, que potencia el tránsito intestinal más lento y deteriorado, sobre todo en las personas con más años, por lo que hay que invitar a los mayores a comerlas a diario.

El Grupo de Neuroinmunofisiología y Crononutrición de la Universidad de Extremadura desarrolla estudios que confirman la facultad de las cerezas para procurar el sueño. Se trata de evidenciar el alto contenido de esta fruta en melatonina, una hormona que mejora los ciclos de sueño y vigilia. Además, la cereza también contiene triptófano y serotonina que actúan como neurotransmisores en muchos procesos fisiológicos y del estado de ánimo que influye en el sueño y el descanso.

La Universidad de Agricultura China, en Beijing, ha estudiado la concentración de melatonina de las cerezas, así como las fluctuaciones en este compuesto a lo largo del día. Sus autores postulan la hipótesis de que la melatonina en las frutas como la cereza tendría función antioxidante para protegerla del estrés oxidativo.

La Universidad de Pennsylvania y la Universidad de Rochester (ambas en EE.UU.) analizaron los hábitos de sueño de 15 adultos durante un mes. A lo largo de 15 días bebieron medio litro de jugo de cereza por la mañana y por la noche.

Los resultados mostraron que hubo una reducción significativa en el insomnio durante las semanas en que las cerezas estuvieron presentes en su dieta. Aunque la muestra no es representativa, sirve de base para profundizar en nuevos

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